Es ampliamente conocido que los incendios forestales provocan un aumento inmediato de emergencias respiratorias y ataques cardíacos en las comunidades cercanas. Pero los investigadores están empezando a ver que la inhalación de humo procedente de incendios forestales masivos también podría tener graves consecuencias para la salud a largo plazo, y que las personas que se encuentran lejos de los incendios pueden correr un riesgo aún mayor. El humo de los incendios forestales es una forma de contaminación especialmente peligrosa porque está lleno de compuestos químicos reactivos que pueden ser cancerígenos. Estas partículas se oxidan a medida que son transportadas por el viento, convirtiéndolas en compuestos altamente reactivos cuanto más tiempo permanecen en el aire. Se cree que sólo algunos de los impactos a largo plazo del humo de los incendios forestales son el aumento de la incidencia de enfermedades respiratorias, el cáncer y el riesgo de nacimientos prematuros. Los bebés recién nacidos podrían correr un peligro especial porque sus pulmones en desarrollo son muy vulnerables a la toxicidad del humo. Al recolectar muestras biológicas durante décadas, los biobancos como COLS ayudarán a los investigadores a identificar y rastrear los cambios que ocurren en las personas expuestas al humo de los incendios forestales, lo que quizás conduzca a intervenciones tempranas que detengan el progreso de la enfermedad.